Es el actor sex symbol por antonomasia, pero nada le gusta más que reírse de sus músculos y su buena percha como ha hecho en Mi gran noche de Alex de la Iglesia. A la hora de rodar, se considera “alemán y cuadriculado” y acribilla a los directores con ideas y propuestas. Mario Casas (La Coruña, 1986) desafía tópicos mientras estrena Palmeras en la nieve, un drama histórico que ha costado diez millones de euros en el que ejerce hasta su máxima potencia su papel de héroe romántico junto a su director de referencia, Fernando González Molina, con el que ya vivió los éxitos de A tres metros sobre el cielo y su secuela, Tengo ganas de ti.
En este film se pone en la piel de un joven de Huesca que emigra a Guinea en los años 60, por entonces colonia española, para enamorarse de una mujer negra y descubrir el rostro más amargo de la vida. Basada en un best seller, la película llega el día de Navidad a cientos de cines dispuesta a ser el fenómeno de la temporada (con permiso de La guerra de las galaxias). Casas es ese eterno “héroe clásico”, un personaje que construyó inspirándose en el Brad Pitt de Leyendas de pasión. Y si alguna vez lo dejan de llamar, le gustaría ser como su padre: su superhéroe.
Comienzas la película con 18 años y la terminas con casi 40, ¿es el papel más difícil al que te has enfrentado?
He hecho personajes que depende de cómo estas anímicamente o emocionalmente te pueden afectar. Pero en esta película estabas grabando por la mañana teniendo 18 y en la siguiente secuencia tienes 38 y luego vuelves a los 25. Eso era complicado. Nunca me había pasado dar estos saltos en el tiempo en madurez o inocencia. Requería bastante concentración.
¿Te ha costado más hace de adolescente o de hombre de 40?
Tengo 29 años y volver a esa inocencia de los 18 es difícil. Al final me acerco más a los treintaylargos que a la adolescencia. Fernando me dijo que me viera algunas series que hice con 17 o 18 años. Puse YouTube, vi tres minutos y lo quité porque estaba desviando y me estaba viniendo abajo. El salto a la madurez me resultó un pelo más fácil porque sí está pegado a mi edad y lo que me está pasando.
¿Y cómo es ese Kilian al que interpretas?
Es un héroe clásico. Fernando trae ese tipo de cine a hoy en día. Es un tipo puro que no tiene maldad. Se ha criado en Huesca rodeado de su familia, de mujeres además, y es un tipo al que vamos flaquear y perder los nervios como cuando utiliza el látigo pero es un tío noble. Emocionalmente cambia mucho.
Comenzaste muy joven, ¿sientes que has madurado más rápido de lo normal?
Empiezo con publicidad desde muy pequeño, con 17 y 18 años y en seguida llega El camino de los ingleses de Antonio Banderas y una serie. A esa edad me mudo a Madrid y comienzo a trabajar con Cristina Rota. Lo que sí creo que hay un cambio generacional muy grande y esa diferencia la veo con mis hermanos. Yo soy el mayor, tengo uno de 27 y otro de 24. El de 24 todavía esta cercano a mi. Pero los de 17 o 18 tienen otro mundo ya. A su lado me siento que tengo 40. Las nuevas generaciones son realmente nuevas en todos los sentidos y más con esta cosa nueva de las redes sociales y de internet. Mi hermano pequeño a veces me dice que tengo comportamientos que están pasados de moda. Y le digo: “Hombre, que tengo 29 años”. Pero hay un cambio. Me siento más cercano incluso a los de 60.
¿Es divertido ser Mario Casas?
No sé si la palabra es divertido. Al final es trabajo y se compone de una serie de cosas. Hay veces que es difícil. Te bajas al supermercado en chándal y te hacen veinte fotos. Cuando era más joven era más difícil de entender pero después de 10 o 12 años entiendes que este bullicio es parte de mi profesión y que al final si la gente se acerca es porque te sigue y quiere una foto para Twitter o Instagram. No hay que darle mayor importancia.
Dice González Molina que nunca ha trabajado mejor contigo. ¿Te sientes mejor actor ahora?
Nos separamos después de Tengo ganas de ti hace tres años y nos hemos encontrado mayores. Nos vamos haciendo más hombres porque los hombres tardamos un poco más en madurar que las mujeres. De joven te vas más en la búsqueda ahora estamos en un camino que es más claro y más recto.
¿Y qué te ha cambiado?
En medio he hecho Grupo 7, he trabajado con Alex de la Iglesia y ha habido proyectos que me han hecho madurar un poco más en lo personal y en lo profesional. Desde los ensayos hubo tiras y aflojas porque ahora pongo encima de la mesa mis dudas y miedos. Queríamos contar Palmeras en la nieve desde una mirada bastante similar y ojalá sigamos hagamos más películas. Creo que en la siguiente ya no cuenta conmigo pero él tiene que seguir su camino y yo tengo que seguir el mío.
¿Se ha acabado para ti la época de las series de televisión y el cine adolescente?
Puede haber gente que por esta película me quieren volver a situar allí porque es una película comercial, épica, bonita, clásica y hay un héroe. Fernando ha buscado la belleza y ya he escuchado alguna cosita por ahí pero a mí no me importa.
No me refería a esta película.
Cuando hice El barco, un tipo de serie que se me ha podido criticar más, yo era feliz. Es parte de mi camino. Siempre he hecho las cosas porque he sentido que debía hacerlo y al final no ha ido tan mal. Se ha podido criticar mucho el tipo de películas o de series pero me han ido muy bien y me han dado la oportunidad de seguir rodando y que se me conozca también fuera. Para muchos podía ser una cosa pero para mí es totalmente lo contrario. Si te ofrecen un personaje como el de Jared Leto en Dallas Buyers Club, pues dices: ¡qué bien! Pero no llegan esos papeles.
Hay pocos actores españoles que sean actores y también estrellas. ¿Cómo llevas esa dualidad?
Desde fuera sí me han visto así. Pero uno desde dentro no se ve así. Cuando estoy en mi casa sentado en el sofá no me pregunto si soy una estrella o soy un actor. Lo que viene después de hacerte muy popular es secundario. Haces algo que pega muy fuerte y se hace conocido, como sucedió con Tres metros sobre el cielo. Hay actores muy respetados en la industria y no los paran tanto por la calle. Veamos el caso de Brad Pitt. Bueno, Brad Pitt no porque es un genio. Pero Tom Cruise, que quizá se le pueden dar un poco más de caña. Ha hecho unos peliculones que te cagas. Y no tiene un Oscar. Yo lo admiro muchísimo.
¿Has sentido alguna vez la necesidad de que los críticos se rindan a tus encantos?
No es eso pero, después de El barco yo decido irme. Era complicado. Cuando empecé era la persona más feliz del mundo y tenía muchas ganas. Pero lo que no puedo hacer es una serie y una película a la vez. Tengo que canalizar todos mis esfuerzos en una cosa. Ha habido proyectos que he dicho que no. Con El barco lo dejé para jugármela. Pasó un año , llegó Grupo 7, luego vino Alex de la Iglesia. Se me estaba colocando en un sitio y si no tomaba una decisión veía que me estaban ofreciendo todo el rato lo mismo. Decidí cortar y tuve suerte.
¿Te fastidia ser un sex symbol?
No es eso, es que me resulta gracioso. En Mi gran noche por ejemplo me encantó reírme de toda esa parte. Ese cantante latino desfasado quería hacerlo para buscarle el punto más freak a esas situaciones. Voy con la camiseta abierta, medio en bolas y jugábamos a todo eso. Me encanta tener la oportunidad de reírme de mí mismo. Pero en cuanto me ponía la peluca Alex me tenía que parar. Yo quería a Abraham Mateo en la película.
¿Te gustaría que te ofrecieran un personaje de paralítico?
Haces de paralítico y luego a lo mejor vas y la cagas. Estos personajes te pueden destruir la carrera. Yo lo haría porque ahí es donde está la carrera de un actor. Sentir esa inseguridad y ese miedo tiene que estar dentro para seguir creciendo. Pero ojalá me hicieran adelgazar 15 kilos. Los actores estamos deseando constantemente que aparezca un director que te quiera dar la vuelta completamente. Acabo de rodar Toro con Luis Tosar y salgo transformado, más feo imposible. Y para Los 33 (película sobre los mineros chilenos que se quedaron atrapados con Antonio Banderas que se estrena el año que viene) tuve que adelgazar 12 kilos.
¿De pequeño ya eras el típico niño que monta el show en las cenas de Navidad?
He sido bicho. No he sido malo. Yo era un poco el chistoso de la clase. El que hace la broma o llama a la gresca. Era un culo inquieto y hacía amigos en la escuela. De pequeño ya imitaba a la gente de mi familia. Siempre he tenido esa atracción por el teatro. Iba en el bus hacia el instituto y me imaginaba haciendo personajes. Uno sueña pero nunca sabe. Nunca pensé que tendría tanta suerte. Sigo siendo un inconsciente realmente de la suerte que estoy teniendo. Me están dando una oportunidad que le dan a muy pocos. Y me estoy dejando la vida.
¿Cuál es el Mario Casas que no conocemos?
Mucha gente quizá no es consciente del esfuerzo que hay detrás pero creo que cada vez menos. La crítica y el público cada día confía más en mi. Yo soy muy pesado y acribillo a los directores con música, ideas, preguntas. Después en el rodaje es concentración al máximo y me pongo en manos del jefe. Por ejemplo, acabo de rodar Contratiempo con Ana Wagner. En ella tenemos un cara a cara y hemos estados dos semanas sin hablarnos. Yo sé que eso a veces puede extrañar al equipo. Soy bastante alemán y cuadriculado cuando empiezo un proyecto.
¿Y en qué te inspiras para tu trabajo?
Me fijo muchísimo en todo el mundo, todo el rato. Casi todos los personajes que he hecho son gente que conozco. Para La mula me fui a vivir con un chaval de Andújar para pillar el acento. Y muchos de los gestos o la voz se los copié. En Las brujas de Zugarramurdi tengo un colega surfero en Galicia y cogí muchos de sus gestos. No es que copie, pero no me veo tan bueno o con tanto talento para no fijarme en alguien. La música también es fundamental. Estuve los cinco meses de Palmeras en la nieve escuchando a Hans Zimmer. Es muy importante mi mundo interior para hacer mi propio viaje personal.
¿Y qué haces en tu tiempo libre?
Veo muchas series. Ahora estoy con Fargo. Hay alguien que endioso cada vez más que es Marlon Brando. Hace poco vi el documental Listen to Me Marlon que me parece muy bueno. Tiene algo, una energía, un talento, empezó siendo el joven rebelde y luego fue lo que quiso. Veo de todo. Me gusta Marvel. Soy bastante freak de las pelis de acción. Hace poco vi Victoria y me dije que quería hacer algo así. Ese plano de secuencia de dos horas es espectacular.
¿Has pensado qué pasaría si te dejan de llamar?
Ojalá me vea de mayor como mi padre. Es mi superhéroe. Es el hombre idílico por lo que veo desde que tengo uso de razón. Por su manera de tratarnos, por su manera de vivir la vida... y me lo dicen en la familia: "cada vez eres más como tu padre". Tiene unos valores, una manera de ver la vida simple, con mucho atrevimiento y mucha verdad. Desde el criar a sus cinco hijos, buscarse la vida, luchar, y tirarnos para adelante sin quejarse.
Viviste en Barcelona de los 6 a los 17 años, ¿eres más gallego o catalán?
Me considero más gallego. Toda mi familia está allí. Pero yo a Barcelona le tengo muchísimo cariño. Es donde me crié y pasé mi adolescencia. Cada vez que puedo me escapo a Galicia y a Barcelona. Y sí, parlo una miqueta de català.
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