Malagaes entrevista a Mario Casas y Adriana Ugarte ante la presentación de su nueva película ‘Palmeras en la Nieve’
Ayer, 18 de Abril, Mario Casas y Adriana Ugarte presentaron en la 18 edición del Festival de Cine de Málaga su nueva película “Palmeras en la Nieve”. Este se presenta como el nuevo Film de Fernando Fernández Molina, al que ya vimos en la dirección de “Tengo ganas de ti” o “Tres metros sobre el cielo”. Nosotros tuvimos oportunidad de hablar con ellos y esto fue lo que nos contaron.
En tu evolución como actor ¿Qué te ha aportado Killian, tu personaje en “Palmeras en la Nieve”?
Mario: A cualquier actor le gustaría que le regalasen un papel así. Cuento una historia con Fernando González Molina, que al final es una historia de una vida, de un personaje que transcurre desde sus 18 años hasta los 40. Él se va de Huesca, lugar en dónde no ha vivido la vida. No ha visto más allá de las montañas nevadas y de repente se va a vivir a Guinea Ecuatorial con su hermano a trabajar. A conocer un mundo en el que todo es nuevo para él. El personaje irá saltando gracias a cambios temporales y creo que todos esos cambios han sido retos para Fernando, el director, y para mi. Al final ha sido como vivir una vida en los tres o cuatro meses que ha durado el film.
¿Qué dificultades pudo acarrear estos saltos temporales?
Mario: Destripamos el guión para ver como podían desarrollarse los personajes. Finalmente, todo está en la mirada, cosa que es muy importante porque es un personaje que observa muchísimo, que está descubriendo todo el tiempo, cargado de inocencia. Después íbamos construyéndolo gracias al maquillaje, la peluquería o el vestuario con elementos como la barba, el pelo largo, etc. que van haciendo que el personaje vaya cambiando y madurando. Pero el trabajo más importante fue afrontarlo desde dentro, desde las entrañas.
¿Cómo afrontaste eso de tener que aprender nuevos idiomas para tu personaje?
Mario: Ha sido interesante hablar por ejemplo el inglés mal hablado que hablaban lo colonos españoles con la gente de allí o aprender “bugi”, la verdad que ha sido interesante. En este caso el aprender una lengua que no tiene nada que ver con la tuya fue bonito ya que suena muy bien y parece que cuando estas oyendo las secuencias en bugi estás recitando algo. Es como muy pasional la lengua, muy cultural. Es muy bonito poder trabajar desde ahí y aprender cosas nuevas es siempre muy interesante.
¿Cómo recibiste que no hubiera ninguna duda a la hora de ser tú el elegido a la hora de realizar este papel?
Mario: Me lo ofrecieron unos años antes, pues Fernando la quería hacer a raíz de su amor por el libro. Este tipo de películas como es “Palmeras en la Nieve” se ve mucho más fuera y no se había hecho en España, por lo que había muchas ganas de contar una historia así. La escritura del guión conllevó un trabajo brutal, por lo que es una película a la que no se puede decir que no evidentemente.
¿Cómo es esa relación entre tío y sobrina?
Adriana: Nosotros dos no hemos mantenido contacto a nivel ficción. La relación que mantenemos es la de tío y sobrina. El contacto que yo tengo con el personaje es ya de Killian mayor.
Mario: Los personajes aún así si tienen mucho que ver por lo que les pasa a los dos y su manera de ver la vida , de observar y de querer conocer, que me parece que hace que tengan una energía muy parecida.
Adriana: son dos seres muy libres e inocentes, hay una pureza como muy racional pero los dos intentan protegerse con una especie de caparazón o coraza que al final no resulta creíble porque son como muy víctimas tanto como de lo bello como de la tragedia. Son personajes se parecen mucho en cuanto a la culpabilidad. Siempre tienen la sensación de deberle algo a alguien y de no haber hecho las cosas bien, de no haber podido remediar, de sentir lo que habían sentido y llevados por un temor de que ya sea demasiado tarde para arreglar las cosas y para hacer ver que el dolor se puede sanar.
¿Cómo te has sentido ante este papel, con su complejidad en torno a las relaciones personales?
Adriana: Este personaje tenía muy poco que ver con los personajes con los que había trabajado antes, era una cosa como de tipa dura, que yo no había hecho. Una tipa dura pero que en el fondo es tierna y es dulce, pero que necesita serlo para no dolerse por cada esquina, para no tener miedo de cada mirada y de cada cosa que sucede. Construir este personaje tan ambivalente hasta un punto masculina y hacia fuera y luego ser tan inexperta y tan virgen por dentro me excitaba mucho.
¿Cómo fu tu viaje personal durante el rodaje?
Adriana: El rodaje en sí mismo es para recordar entero. Es una película que necesita plasmar tanta belleza y tanto sitios distintos que hace que requiera mucha perseverancia a todos los niveles: artístico, producción, técnico, etc. Se necesita mucha perseverancia para saber captar el momento preciso, ese instante que es maravilloso, por lo que es una película de aprovechar y observar esa ola. Es una película de mucha meditación en el proceso.
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